Muchas veces los padres sin querer ejercemos una influencia negativa en nuestros hijos sin saber tan siquiera cómo.
El tema que vamos a tratar hoy les aseguro que es muy polémico y va a levantar alguna ampolla que otra. Desde el principio quiero dejar claro que es mi punto de vista. Ni acertado ni errado, simplemente el mío.
Desde siempre hemos visto en todos los deportes, que los padres o abuelos de los niños acompañan a estos a los entrenamientos y/o las competiciones. Como es lógico alguien los tiene que acompañar. Como bien decía el profesional Javier Toll de Golf Las Américas “… los niños no tienen carnet de conducir y la mayoría cuando empiezan no pueden venir solos desde sus casas. Ahí están sus padres, abuelos o algún familiar que tiene que sacrificarse para traerlos hasta la puerta del campo”.
Es en ese momento donde empieza a tener un papel relevante la familia. Ellos son los que acompañan en todo momento a los niños a todos lados pero… ¿saben en qué momento y cómo darles la distancia que todo niño necesita?
Ahí es cuando empezamos a hablar de dependencia emocional/afectiva entre el niño y los padres, que son en el 95% de las veces los que están con los niños. Si no se sabe darle la autonomía que necesita el niño, este puede que cree una dependencia del adulto que cuanto más tiempo pase más difícil será erradicar.
Una pregunta interesante es, ¿quién crea el vínculo de dependencia, el niño o el adulto? ¿Es el niño el que pide al padre que se pegue como una lapa allá donde va o es el adulto el que ignora las señales que le manda el niño y no le da el espacio que demanda?
Como muchos saben, durante mi juventud me dediqué al tenis y cuando una lesión me retiró de las pistas me dediqué a su enseñanza. Era muy habitual ver a niños que venían a clase obligados por el padre o la madre. Esto es lo peor que se puede hacer puesto que lo que se crea a corto-medio plazo, es un rechazo entre el niño, el profesor y ese deporte.
Otro caso habitual era el ver (en el 99% de los casos era el padre) corregir las indicaciones que el profesor le estaba diciendo al alumno en la pista. Si queríamos que sacara la raqueta más por fuera para poder imprimir más potencia, el padre corregía cuando nos dábamos la vuelta o el niño estaba recogiendo las bolas.
Lo peor de todo es que en el mejor de los casos ese padre solo era un buen jugador de tenis y no tenía las herramientas necesarias para enseñar ese deporte ni comprendía que los años de estudio que le habíamos dedicado para ser profesores de tenis, nos facultaban para hacer algo que desde fuera parece muy fácil pero que desde dentro se ven una serie de matices que solo el ojo entrenado puede ver.
Ahora que llevo más de 23 años en el golf, veo de forma muy habitual en los campos de golf, situaciones parecidas que desde fuera se ven aberrantes pero que el padre o la madre lo ven de lo más normal.
Les pongo unos ejemplos omitiendo algunos datos para no herir sensibilidades:
1.- Hace unos años me tocó competir con una chica muy joven. No creo que en esa época tuviera más de 14 años y rondaría el hcp 6. Los padres siempre estaban detrás de ella y parecían su sombra.
Durante toda la vuelta fue jovial, muy educada y divertida, pero cuando nos acercábamos al final, se le veía más callada y se irritaba mucho más por los golpes fallados.
Terminó 10 más de campo, lo que era algo dentro de lo normal por las condiciones en las que jugamos. Al acabar en el 18 su padre se acercó y le preguntó cuántas había hecho. Nada de si te has divertido, si se lo había pasado bien, no. Directamente el resultado. Cuando le dijo que +12 la reacción del padre fue desproporcionada diciéndole que le había defraudado y dejándola atrás. Por supuesto la reacción de la niña fue llorar desconsoladamente. Dejó el golf a los pocos años porque literalmente decía que no era buena jugadora y que ya no se divertía jugando.
“Detrás de un buen jugador juvenil hay un padre pesado.” Kiko Luna.
2.- Hace unos años, en el parking de un campo coincidí con un padre y su hijo. Iba a jugar el niño, el padre solo acompañaba. Cuando pasé a su lado escuché al hijo como le decía claramente que no quería jugar, que no le apetecía. Desconozco los motivos, pero el niño fue claro como el agua.
Al cabo de un par de horas me los crucé por el campo. El padre le hacía de caddie y prometo que muy pocos jugadores amateurs he visto tan tensos antes de dar un golpe. Ninguno de los dos se estaba divirtiendo con lo que hacía. Uno porque veía que su hijo no estaba jugando bien y el niño porque directamente no quería estar allí.
3.- En el Cto. De España de 2ª en Gambito Golf Calatayud, como tenía tiempo hasta mi salida me pasé por el tee del 1 para ver cómo estaba todo. Allí estaban todos los padres de los jugadores. Unos con ellos dándole indicaciones técnicas de putt (sic), otros en corrillo hablando de si iban a entrar el año que viene en tal o cual torneo, de si el corte en otro había quedado muy bajo y otros limpiándoles los palos o atiborrándoles de cosas para meter en la bolsa. Luego a seguirlos por el campo, que el torneo permitía caddies, ejerciendo sobre ellos una presión que es perfectamente evitable.
4.- En diciembre pasado en la XVI Copa Peñón que se disputó en el Real Club de Golf de Tenerife, el tercer día me tocó salir por el tee del 10. Fui con tiempo y allí también vi un grupo de padres esperando que salieran sus hijos. Uno de ellos al llamar al tee a su hija (que son entre 8 y 10 minutos antes de que le toque salir), se le acercó, le dio un beso y le dijo literalmente: “Pásatelo bien e intenta jugar tu mejor golf.” Luego le dijo que lo llamara cuando terminara y se fue.
Lo cierto es que lo que hizo fue alejarse bastante y ver la salida de su hija. Luego sí que parece que se fue a la Casa Club a esperarla, pero tampoco descarto que siguiera con la misma estrategia y la siguiera a distancia durante el mayor tiempo posible. ¿Qué pensáis, acertado o no? Desde mi punto de vista sí. No influyó para nada en ella y le dio la autonomía que necesita para formarse como deportista y persona.
Muchas veces el perfil del padre que presiona en exceso al niño, suele tener varias características comunes. Aquí algunas:
- Nunca ha destacado en ningún deporte a nivel regional o nacional.
- Muchas veces en vez de ayudar asfixia con datos que nadie ha pedido o consejos que no está cualificado para dar.
- Siempre visualiza a su hijo a medio plazo en un nivel deportivo rozando el profesionalismo.
- Aunque parezca paradójico, está tan pendiente de su hijo que no se da cuenta de las señales de alarma que le transmite.
- Los límites de la honestidad deportiva dejan de estar tan claros, traspasándolos alguna vez si la ocasión lo requiere.
- Por supuesto que sin querer, anula la voluntad de su hijo, programándole los torneos en los que va a competir sin importarle fiestas, cumpleaños de amigos, actividades escolares o de otros deportes que practique.
- Cuando acompañan a su hijo ellos son los que peor lo pasan, teniendo más pulsaciones por minuto que el propio jugador.
- Nunca la primera pregunta que le hacen al niño es si se lo han pasado bien. Siempre es el resultado.
Si se ven reflejados con estas características puede que debiera cambiar algo de la relación con sus hijos o simplemente hablarlo con ellos para que les den su punto de vista. <así podremos evitar comportamientos claramente perjudiciales para todos como jugadores tirando palos, diciendo palabras mal sonantes, despreciando al compañero-competidor, etc.
Como ven este tema es peliagudo. Sobre todo porque desde dentro se ven las cosas de una manera y desde fuera de forma muy distinta. Pero siempre hay varias preguntas que me hago al ver a esos padres que van por el campo con los niños en formato pro, ¿les habrán preguntado alguna vez a ellos si realmente quieren que los acompañen? ¿Realmente creen que un joven de 16 años quiere o debe ir con los padres detrás tan pegados? ¿No ven que están ejerciendo una presión extra a la ya existente en este deporte de tan alta exigencia? ¿Se han dado cuenta de que muchos niños nada mas terminar el golpe se giran para recibir la aprobación de sus padres?
Como bien dice siempre mi amigo Kiko Luna, “Detrás de un buen jugador juvenil hay un padre pesado.” Pero… ¿hasta qué punto de “pesadez” es admisible? ¿Vuelcan sus frustraciones en sus hijos? ¿Cómo plantean el tema las federaciones regionales y española?
Como decía al principio este es mi punto de vista pero, como siempre, tienen a su disposición en Golfencanarias.com los comentarios para que puedan decirnos si están o no de acuerdo o simplemente dar su punto de vista que pueda enriquecer este artículo.
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