Historia que comienza con todo lo que rodeó a la compra de los terrenos para construir el campo y que se vio rodeado de presiones, acuerdos y suma de intereses.
Para ponernos en situación recordemos que en el capítulo anterior y que pueden leer haciendo clic aquí, hablábamos de las ayudas que instituciones y diversas personalidades de la época prestaron a la futura construcción del campo de golf.
Es importante para que se hagan una composición de lugar porque con los datos que les presentamos ahora podrán comprender determinadas acciones y actitudes.
La compra de los terrenos.
Los terrenos que se compran para hacer el campo de golf pertenecen a muy pocas familias, siendo los herederos de D. Rafael Tabares los que mayor cantidad venden.
Otra parte importante se compra a D. Miguel Tabares, hermano de Rafael y a Pedro L. Machado, que venden sus tierras en una mezcla de sentimientos e intereses:
1.- Negocio.
Era evidente que sacaban un rédito a unas tierras que en muchos casos no daban dinero y que se tenían plantadas pero con poca producción. Algunos eran casi un huerto de subsistencia puesto que lo que se sacaba solo daba para comer.
2.- Amistad.
En algunas ocasiones la relación de amistad entre vendedor y comprador eran fundamentales para que la venta saliera a delante. En aquella época no se vendía a cualquiera y si el comprador no era de confianza la venta podía resultar fallida.
Se han documentado casos en el que, ante la llegada de dos compradores a por una misma «suerte», se le vendía al que era más conocido por la familia del vendedor, aunque la oferta de compra fuese más baja.
3.- Solidaridad.
También hemos podido constatar que en algunas ventas el sentimiento de estar construyendo algo importante para la zona ayudó a que los vendedores se decidieran a vender sus terrenos.
No es que fueran unos visionarios pero cerca estuvo, porque tenemos que recordar que en esa época el golf era un deporte completamente desconocido y sin apoyos.
4.- Presiones.
Alguna hubo porque también hay registros de ellas pero no fueron muchas ni relevantes, podríamos decir que «las justas» como veremos más adelante.
Recordemos el «carácter patriótico» que se le confirió a la construcción del campo de golf, lo que hacía que cualquier gesto en su contra fuese tomado también como un desaire al poder establecido.
Según consta en la documentación estudiada, alguna parcela se quedó bloqueada sin vender entre dos ya vendidas y a sus propietarios se les tuvo que «hacer una visita» (sic) para que comprendieran la importancia que la venta de sus tierras tenía para Tenerife.
Aunque parezca leído así que fueron presiones duras no lo fueron, puesto que no hay ni un solo dato en todos los documentos consultados en los que se muestre algo más de presión que los diálogos que se tenían entre ambas partes.
Retroactividad en los contratos.
Los contratos de alquiler se hacen con carácter retroactivo en 1933 con fecha septiembre de 1932, lo que da a entender el nivel de confianza y despreocupación que reinaba en esa época. Un simple apretón de manos servía de contrato que se respetaba hasta el final.
Se empezó construyendo el 50% del terreno disponible.
El campo de golf fue construido bajo la dirección del técnico D. Andrés A. Díaz, con arreglo al proyecto del arquitecto D. Miguel Martín-Fernández de la Torre.
Solo se construyó el 50% de la superficie disponible teniendo un presupuesto total de gastos de construcción y acondicionamiento de 100.000 pesetas de la época, 601 euros actuales. Recordemos que para la construcción del campo los socios aportaban una cantidad fija de entrada de 500 pesetas y una mensualidad de 10 pesetas.
34 fanegadas de superficie.
Los terrenos constaban de ocho «suertes», midiendo 34 fanegadas (217.600 metros cuadrados), teniendo un largo de 1.500 metros y un ancho de 130.
Lo primero que se empezó a construir fueron las barranqueras y obstáculos artificiales diversos, «en número bastante para el debido desarrollo del deporte» como rezaban los artículos de la época.
Esto es lo que publicaba el diario Hoy el 16 de noviembre de 1932:
La parte que se pondrá en ejecución inmediata, tan pronto como el señor Martín termine el proyecto, comprende la mitad del terreno en su parte baja, donde se construirán nueve hoyos, distantes entre sí unas 3.200 yardas. El piso del campo será de césped en su totalidad, y constará con todos los obstáculos reglamentarios, pues es, propósito decidido de los organizadores poner el campo del Golf Club Tenerife a la altura de los de Inglaterra y Norteamérica, con el fin de que los turistas que recalen en la isla no echen de menos ninguna clase de detalles.
Felicitamos sinceramente a los organizadores del Golf Club por su valiosa aportación al prestigio turístico de la isla, y agradecemos las atenciones que nos fueron dispensadas con motivo de nuestra visita a los terrenos.
Construcción por partes.
Podemos decir que se construyó por partes, añadiendo detalles a los mismos según pasaban los años y se iban añadiendo terrenos a la finca. Es más, tenemos documentos que acreditan que en 1954 aún había 6 hoyos en construcción.
Se puede considerar que la finalización de cada hoyo se conseguía cuando se plantaba la hierba en él, cosa que sucedió muchos años después de su inauguración como veremos en capítulos posteriores.
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